Somos analfabetos tecnológicos

| Última modificación: 24 de marzo de 2025 | Tiempo de Lectura: 5 minutos

De nativos digitales a ciudadanos digitales: la urgencia de la alfabetización tecnológica

Vivimos en una era en la que se da por hecho que los jóvenes, por haber crecido rodeados de pantallas, son “nativos digitales”. Se asume que esto les otorga, de manera innata, competencias digitales y tecnológicas, cuando en realidad quizá nunca antes hemos sido tan analfabetos en lo que realmente importa.

Siempre recuerdo una historia real. La madre de un amigo mío, a sus 82 años, decidió que quería aprender a usar un iPad. Ordenó a su nieto que le comprara uno y le enseñara a manejarlo, y eso cuando recién salía. Mi amigo, su hijo, poco inclinado a la tecnología, se frustraba con la decisión. No veía sentido en que una señora de 80 años gastara tanto dinero en un «artilugio tan caro».

Al cuestionarla, su madre —médica y farmacéutica, una de las primeras mujeres en su facultad de medicina, quien renunció a ejercer para dejar el protagonismo a su esposo y terminó trabajando como farmacéutica, decisión muy típica femenina pero al menos muy hábil financieramente— le respondió con calma y firmeza:

«Nunca he sido analfabeta en mi vida. Y no será ahora cuando lo sea. Considero que no saber manejar estos dispositivos hoy es ser analfabeta, y eso nunca lo he sido ni nunca lo seré».

Y así, pasó a usar su iPad con destreza, convirtiéndose probablemente en una de las primeras mujeres de su edad en manejar Facebook con soltura hace ya más de 15 años.

Cuánta razón tenía. Tanto al desafiar las normas de su época al estudiar medicina, como al reconocer el analfabetismo digital que hoy padecemos todos.

La confusión entre ser nativo digital y tener competencias digitales reales

Se asume, erróneamente, que por el simple hecho de haber nacido en la era digital, los jóvenes manejan la tecnología con maestría. Peor aún, se da por hecho que esto, por sí mismo, tiene un valor profesional.

Pero en la mayoría de los casos, ser «nativo digital» solo significa que consumen tecnología compulsivamente, y no en su mejor vertiente.


Saber moverse en TikTok, gestionar múltiples cuentas en Instagram o pasar horas en Twitch no significa tener competencias digitales reales.

Muchos de estos “nativos” no saben redactar un email con claridad, usar un Excel, proteger su información en línea o entender cómo se estructura una base de datos.

Y lo más preocupante es que, debido a su consumo excesivo de contenido digital de baja calidad, están más expuestos que nadie al brain rot, una erosión progresiva de la capacidad de concentración y pensamiento crítico.


No solo perjudica su desarrollo intelectual, sino que los convierte en el blanco perfecto para la manipulación de sus opiniones, su percepción del mundo y su identidad como ciudadanos.

Pero esto, aunque inquietante, no es lo más grave.

El verdadero analfabetismo digital

El problema no es solo la confusión entre entretenimiento y conocimiento tecnológico.


El problema real es el analfabetismo tecnológico: el hecho de que la mayoría de las personas, jóvenes y adultos, no solo no saben usar la tecnología de forma productiva, sino que, lo que es aún más grave, desconocen por completo los fundamentos que la rigen y la influencia que ejerce sobre sus vidas.

Nos controlan los algoritmos, cada día más. Consumimos contenido, compramos y tomamos decisiones influenciados por modelos de IA y grandes bases de datos que procesan nuestra información de formas que apenas comprendemos.

Tenemos todos nuestros datos personales, financieros e incluso biométricos registrados, analizados y utilizados para modelar nuestro comportamiento.

Si piensas que esto no te afecta, pregúntate:

  • ¿Qué es un algoritmo? No es magia, es un conjunto de reglas que determinan lo que ves y lo que no en tus redes, en Google, en cualquier plataforma digital. Es el motivo por el que ciertas noticias te aparecen en tu feed y otras no, por el que ves siempre el mismo tipo de contenido en YouTube o Instagram, y por el que, sin darte cuenta, tus opiniones se van polarizando con el tiempo.
  • ¿Qué es un LLM (Large Language Model)? No es solo «una IA que responde preguntas». Es un modelo de aprendizaje a gran escala que entrena con billones de datos y cada vez más toma decisiones que nos afectan sin que lo sepamos.
  • ¿Cómo funciona la recopilación de datos? No es ciencia ficción. Es la base de un sistema donde todo lo que hacemos, desde la música que escuchamos hasta lo que buscamos en internet, se convierte en información para entrenar inteligencias artificiales y moldear nuestra realidad digital.
  • ¿Qué es el tracking de ubicación? Es lo que permite que Google Maps te diga cuánto tardarás en llegar a casa, pero también lo que permite que muchas empresas sepan dónde has estado, con quién, con qué frecuencia, y qué patrones de consumo tienes.
  • ¿Qué es un perfilado de usuario? Es la técnica que usan las redes sociales y empresas publicitarias para crear una «versión digital» de ti, basada en tu historial de búsqueda, clics, likes y compras.

Y aquí está el verdadero peligro:


Según un estudio reciente de Samsung, publicado en octubre de 2024, solo el 15% de los europeos sabe cómo utilizar la inteligencia artificial (IA) en su vida cotidiana.


Esto significa que el 85% de la población no comprende plenamente cómo funciona la tecnología que ya impacta cada aspecto de su existencia.

Vivimos en la era digital, pero sin entender ni remotamente los mecanismos que la rigen.

¿Por qué es grave?

Porque cada vez más, nuestra ciudadanía depende de la tecnología:

  • Los bancos ya no nos atienden si no es a través de una app.
  • No podemos pagar sin tarjeta, sin un código QR, sin una identificación digital.
  • Nos identificamos con nuestra huella, nuestro iris, nuestras redes sociales.
  • Al loguearnos en cualquier servicio, entregamos nuestra identidad completa a empresas que ya no solo saben quiénes somos, sino qué nos gusta, cómo nos divertimos, cómo pensamos y con quién nos relacionamos.

Saber todo esto nos acercaría un poco más a ser ciudadanos libres y conscientes, pero vamos como ciegos, coordinados por comandos invisibles de compra, radicalizados como nunca antes en nuestras opiniones, no por opción consciente, sino a palo de algoritmo. Votamos muchas veces de forma autómata en posturas extremas, sin darnos cuenta de cómo nos han moldeado.

Y tan seria es la cosa que, a veces, por este juego, ponemos en el mando a personas que quizá ni siquiera hubieran sido nuestra opción consciente, y con tanto poder que incluso pueden cambiar nuestro mundo, nuestra vida, la paz y la guerra, de la noche a la mañana.

¿Veis cómo es importante y dramático lo que estamos viviendo?

Y lo más grave: todo esto es explicable. No es un misterio como la existencia del universo. Se puede enseñar. Se puede entender sin ser tecnólogo. Pero no se hace.

El derecho a la alfabetización tecnológica

Si representas una fundación, empresa o entidad interesada en el  futuro de la educación tecnológica, hablemos.

Este no es un tema trivial. Es una urgencia.

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