La historia de Ramón: El Mont Blanc, una diarrea, unos zapatos perdidos y un récord ganado

Autor: | Última modificación: 17 de abril de 2024 | Tiempo de Lectura: 6 minutos
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La historia de Ramón

Esta es la historia, íntegra, que nos compartió Ramón Maldonado, desarrollador e instructor de Keepcoding en nuestro slack. Es una descripción tan buena de lo que vivimos todos los implicados en el Record Guinness ( Mayor Clase de Software del mundo) que hemos batido, que decidí compartirla con todos vosotros. Dejo paso a Ramón:

Pánico en la cumbre

La historia de Ramón
Escalar el Mont Blanc es para nenazas
Julio 2004. Estamos subiendo el Mont Blanc desde des Cosmiques. Voy encordado con dos compañeros (de bastante menos peso que yo) porque mi compañero no ha podido subir por una lesión de rodilla. Hace un par de horas que hemos visto amanecer y vamos subiendo por una rampa de hielo empinada pero sencilla, sólo que bastante expuesta. En un punto en el que, si resbalas, tienes unos 15 o 20 metros de rampa y luego un vuelo de cientos de metros, justo ahí dos franceses bajan en lugar de subir. No van de buen humor pues la romería de cordadas en parejas y tríos que vamos subiendo les entorpece bastante. De repente dicen algo (¿maldicen?) en francés y se ponen a bajar entre mi último compañero y yo. Al estar más altos que nosotros tengo la mala pata de que su cuerda se encaje entre mi mochila y mi nuca. No se dan cuenta y siguen bajando. Intento sacarla pero como siguen bajando no puedo. Soy consciente de que si tropiezan o si yo avanzo mucho me harán caer de un tirón y probablemente arrastre a mis compañeros. Busco una roca (a unos metros), paro y me preparo para aferrarme por si el francés tropieza. Supongo que por la tensión de la cuerda, el francés tropieza y su cuerda tira de mi para hacerme caer de espaldas. Me aferro con fuerza a la roca y no pasa nada… Bueno sí, Carlos, mi compañero casi se come a los franceses. Estos cambian su expresión de cabreo a preocupación.

Esquivamos un accidente mortal por poco.

No tuve tiempo de asustarme. Enero 2019, mientras Fernando, mi jefe y profe compañero en nuestro intento de establecer el récord de la mayor clase de software del mundo, está en un coloquio con diferentes directivos de tecnológicas españolas que participan en Acelera España. La historia de Ramón Las pruebas de entrada en nuestro servidor para la clase van cada vez más lentas hasta que llega un punto en que no se puede entrar. Al poco Dahi, una de las encargadas de coordinar y preparar el evento, preocupada me indica que hay alumnos de la clase que no consiguen entrar. Pasamos al servidor de soporte (record2) y parece que algo mejora. Entonces suben Antonio y Noelia, dos hermanos de 11 y 13 años respectivamente para demostrar lo importante y divertido de la programación así como que no es cosa sólo de frikis, la programación puede ser cosa de niños.
La historia de Ramón: El Mont Blanc, una diarrea, unos zapatos perdidos y un récord ganado
Antonio y Noelia
En esos minutos ambos servidores dejan de responder!!!. Fernando me dice que la suerte está echada, así que aprovecho para recorrer el auditorio y veo que hay mucha gente dentro del servidor, en el área de trabajo, algo que les explicaré en unos minutos. Mi cardias se ha convertido en un anillo que no deja entrar un lápiz. El estómago aún no duele, pero apunta. En la parte más lejana del escenario veo a un asistente que no se interesa por los niños y le pregunto: – ¿puedo ayudarte? – Do you speak english? Me cago en el karma y en las interpelaciones de Fernando para que lo aprendamos.  Me atrevo a chapurrear inglés y el tipo crea un jupyter notebook y puede editarlo… Un poco de tranquilidad, bien.

¡Ahora me toca a mi!

Ramón Maldonado Los niños acaban y nos toca. Fernando abre con su presentación y la señal de ¡El record comienza ahora!.  Subo, pido pantalla. El móvil duplicado en pantalla no aparece. «Vale, no pasa nada, sabes que iOS suele desconectarse, hazlo de nuevo…». No hay forma, no conecta. – Sigo la clase con android. – digo en voz alta. El móvil android tampoco conecta. El Wifi está hasta arriba y no me lo permite. – Vale, chicos, daré la clase sólo con el portátil e iré repitiendo despacito para los que tengáis dispositivos móviles. Intento entrar en el servidor record1, nada (era lógico). Record2, nada … y ¿ahora qué?. Fernando desde abajo apunta: -entrad en jupyter.org. Lo explico y, supongo, algunos lo consiguen… yo no.  En los Alpes no, no tuve tiempo, aquí estoy en modo pánico desde hace al menos 3 minutos. Cerca de las escaleras de acceso al escenario, Fernando se mueve como un león enjaulado. Yo escucho un zumbido creciente de voces de mi público, los estoy perdiendo. Hago lo que suelo en mis clases, apoyarme en ellos y les pregunto si se han conectado. Muchos sí, pero demasiados no.
La historia de Ramón: El Mont Blanc, una diarrea, unos zapatos perdidos y un récord ganado
¡¡Aaaaaaaarrrrgggg!!
Adriana, la otra jefa de Keepcoding, pone cara de terror, si muchos levantan la mano para decir que no se conectan y la jueza los descuenta, adiós récord. Mi terror ya cabalga desbocado. Adriana me pide que siga y que proponga a los asistentes compartir dispositivos, si cada uno lo usa cinco minutos la clase sigue siendo válida. Lo digo y se me escapa algo como ‘A hacer puñetas, voy a dar la clase’. Me refería a levantar un servidor local de jupyter notebook para poder continuar. El pánico hace que no recuerde si lo tengo instalado en este o en el otro portátil, … por fin arranca y empiezo. El zumbido de voces aminora. Dejo de estar pendiente de Fernando y Adriana, me centro en los alumnos de las primeras filas. Uno ya tiene una edad y no distingue a los de lejos… Sigo nervioso y me acelero. Recuerdo ir despacio y voy repitiendo como hacerlo en android e iOS, pero no controlo el tiempo, no estaba en el plan. ¿Llegaré a la media hora?. Ya hemos empezando, ya no se puede parar. Termino la clase (a veces como toca, a veces improvisando). Le hago una señal a Fernando, no me entiende, se lo digo claro, sube y va a lo importante.

La razón de todo este sufrimiento

El récord es una excusa lo principal es Acelera España y sus 10.000, si 10.000, becas. La juez y sus stewards ya no están. Yo me doy de cabezazos (suaves) contra la pared. No quiero mirar a mi público, totalmente avergonzado por la calidad y velocidad de la clase. Uno de los técnicos de sonido aguanta mis quejas… me consuela.

¡La señora Orford lo anuncia, lo hemos hecho, hemos batido el récord!

La historia de Ramón Yo sigo rumiando mi fracaso, la vergüenza de mi clase, hasta que Fernando me coge del brazo y me obliga a entrar en las fotos con los participantes que lo pidieron. Empiezo a disfrutar, incluso Alberto Casero quiere una foto con el diploma y los profes. Yo disfruto como un enano, hace dos años empecé dos bootcamps en keepcoding y ahora me fotografío con mis dos profes (directores). Estoy to happy. Luego un no parar, la alegría de Pipi, el abrazo a traición de Marina y los directos de Bea, Vanessa y Raquel, la mirada serena de Dahi, el calor de Ana (y las dos camisetas del record que me buscó – otra para mi chica -), el ‘fresh’ terrenal de Mae (yo lo traduzco como ‘no te preocupes, no es más que un espectáculo’), los apretones de manos de Santi, Oscar y Manu… y como siempre las palabras de mi jefa de estudios, Maria José que me dice que todos los que sabían de programación (muchos de los asistentes, keepcoders) eran conscientes de lo mal que yo lo estaba pasando, !- vergüenza nada, ha sido un gran triunfo. Fernando y Adri bromean y aún compartimos fotos y un deseo futuro: una y no más, ya no habrá más récords. Fernando y yo sabemos que lo ocurrido hoy pone en suspenso el uso futuro de jupyter dentro de keepcoding… no es el momento de afrontarlo, pero tomamos nota. Ahora sí, por fin me relajo. Ni en la montaña, ni haciendo cañones he tenido esa sensación de pérdida de suelo bajo mis pies, ese acercarse poco a poco al desastre. Lo mejor, después de 14 años que dejé IBM vuelvo a estar  en una empresa que me hace sentir orgulloso de pertenecer a ella. Con un objetivo compartido de promover la formación en programación del mayor grupo de personas posible (con o sin experiencia previa) y con unos compañeros que me han arropado y me han hecho recordar lo que era trabajar en equipo. Muchas gracias, majos. Tranquilamente, viendo a compañeros de estudios en keepcoding y a algunos de mis alumnos actuales entre el público y stewards de la clase, me doy cuenta de como aguantaron pacientemente, de como compartieron dispositivos y, según me contaron después, direcciones de internet con servidores públicos de jupyter que permitirían seguir la clase.  Aguantaron que no hubiera móvil en pantalla, mis nervios y aceleraciones y una clase tremendamente sencilla para muchos de ellos.  Ellos, como nosotros, querían récord, y ellos, como nosotros, lo lograron… y tienen una camiseta para demostrarlo. También a ellos un gran gracias. Mi récord personal… ya hay un libro que dice que no soy tan tímido.  Gracias a todos compis y asistentes.

Nota Final

Con esto termina el relato que Ramón ha querido compartir con nosotros. Algunos se preguntarán, pero aquí falta algo, ¿qué ha sido de la diarrea y los zapatos perdidos? Y es que hay cosas que es mejor dejar en un merecido olvido… 😉 El Récord Guinness tan sólo fue el pistoletazo de salida del movimiento #AceleraEspaña. Una iniciativa que va a demostrar que España puede soñar en ser un país creador de tecnología y no sólo un país de servicios. Por ello, se han lanzado 10.000 becas gratuitas para aprender a programar. Las 1.000 primeras becas están patrocinadas por KeepCoding, y puedes apuntarte hasta el 28 de marzo. ¡Hazlo en el siguiente formulario!