Honestamente, no tengo ni idea del presente ni del futuro de ningún sector ahora mismo, y lo digo con total sinceridad. Hay tanta novedad y tanto ruido que cualquier afirmación tajante me parece más un reflejo de ansiedad que de certeza. Lo único que sí me parece evidente es que, en un mundo cada vez más tecnológico, los trabajos relacionados con la tecnología seguirán existiendo. Otra cosa es qué perfiles exactos, qué tareas o qué combinaciones de habilidades serán necesarias: eso siempre está en redefinición, ayer, hoy y mañana.
Por eso me resulta limitado concluir con frases tipo “se acaban los juniors”. Detengámonos con los titulares sensacionalistas que buscan una ovación fácil en redes sociales, sembrando pánico sobre algo tan importante como el empleo y la empleabilidad de las personas.
¿Qué significa ser junior en la era de la IA?
Lo que sí está claro es que lo que hasta ahora entendíamos como rol junior ha perdido parte de su sentido con la irrupción de la IA, cierto. Pero ese sentido siempre ha sido circunstancial, nunca absoluto. Históricamente, el junior hacía lo que el senior no quería hacer. Ayer era picar código; quizá mañana será revisar el código que genera la IA, tarea que ahora mismo tampoco entusiasma a nadie. Conviene recordar, además, que el desarrollo de software nunca fue —ni es— la mera creación de líneas de código, sino la capacidad de diseñar soluciones a problemas reales.
La clave es ampliar la mirada: los roles se transforman, no desaparecen de la nada. La vida cambia, hoy más rápido que nunca, y lo que parece un final suele ser solo una transición. Más que desaparición, lo que hay es trasvase, evolución. Y eso, si uno mira la historia, no debería sorprendernos.
Algunas claves que ya se empiezan a debatir en los foros más serios sobre esta temática:
Nuevas competencias desde la base
Un junior ya no puede ser solo “ejecutor de horas”. Su valor está en aprender a usar, auditar y supervisar la IA, asegurarse de que lo que produce la máquina tenga calidad, contexto y criterio. La alfabetización en IA, datos y negocio debería ser parte de su formación de entrada.
Junior como “apprentice estratégico”
En lugar de ser mano de obra barata para tareas mecánicas, el junior puede convertirse en aprendiz estratégico, aprendiendo directamente de seniors y con mayor exposición a cliente y a problemas de negocio. Esto recorta la curva de aprendizaje, pero exige programas de mentoring mucho más potentes.
A las empresas nos toca ahora rediseñar este primer escalón y, al hacerlo, estaremos respondiendo también a otro desafío: no perder la cantera de talento, sino dar origen a una nueva generación de juniors mucho más potentes, que entren al mercado ya entrenados en IA, con más valor añadido y con un recorrido de carrera distinto.
En la casa de apuestas sobre el futuro, pongo mi ficha en que lo que está en juego no es la desaparición de la figura del junior, sino la necesidad evidente de redefinir sus tareas y objetivos. Y, junto a ello, adecuar la formación profesional —teórica y práctica— para crear desde ya a los nuevos profesionales, alineados con las necesidades reales del puesto de junior.
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