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Hace la tira de años, allá por 1969, un tal Joseph Weizenbaum escribió una frase lapidaria en el que posiblemente haya sido el primer libro sobre psicología y computadores: Computer Power and Human Reason.
Es una frase que nos persigue a los programadores desde entonces, que inquieta a nuestros padres y amigos y que parece resumir todo lo que está mal en nuestras cabezas:
«Jóvenes brillantes de aspecto desaliñado, con frecuencia con ojos hundidos y brillosos, pueden verse sentados frente a la consola de la computadora, con los brazos tensos y esperando accionar los dedos, ya preparados para atacar las teclas y botones, los cuales cautivan su atención como lo hace el movimiento del dado para los jugadores.
Cuando no están tan desfigurados, generalmente se sientan a la mesa cubiertos por hojas impresas de computación que leen absortos, como poseídos estudiosos de un texto cabalístico.
Trabajan hasta que están por caerse, veinte, treinta horas seguidas. Siempre les llevan la comida, si acaso piensan en ella: café, Coca-Cola, bocadillos. Si es posible, duermen en catres cerca de las hojas impresas. Su ropa arrugada, cara sin lavar ni afeitar y cabellos despeinados, todo refuerza la idea de que son indiferentes a sus cuerpos y al mundo en el que se mueven.
Son los bohemios de las computadoras, programadores compulsivos…».
Antes de seguir y explicar qué es esto y por qué no debe de preocuparte, tanto si lo padeces tú como si lo padece algún ser querido, quisiera hacer un pequeño comentario sobre nuestro aparente verdugo. Veamos qué pintas se gastaba Joseph Weizenbaum:
La fase larval
Lo que describe Weizenbaum y que tal vez hayas visto se llama la Fase Larval, aunque debería de llamarse fase de pupación o metamorfosis.
La suelen sufrir muchos programadores al principio de su carrera y no es algo malo, en parte porque es pasajero. Se trata de una etapa monomaníaca en la cual no puedes pensar en ninguna otra cosa que no sea tu código.
Al igual que el insecto que se halla dentro de su capullo, el programador se olvida por completo del mundo exterior, porque no tiene ancho de banda mental para otra cosa que no sea el código.
Tal y como dice Weizenbaum, nos olvidamos de la comida, de la higiene personal, del sueño y de todo aquello ajeno o exterior a nuestra mente poseída. Vives en Matrix y tu cuerpo recibe las atenciones básicas e indispensables para seguir vivo y poco más.
Suele durar de un año a dos y, aunque es cierto que causa ciertas tensiones en la vida personal del afectado, con los años las cuentas salen. Es verdad que te tienen que presentar de nuevo a tus padres y que vas a perder tu novia, pero lo bueno es que al estar en «la fase» ni te darás cuenta de que esa persona desapareció.
El período más común parece ser de unos 18 meses y, frecuentemente, lo que nos hace volver al mundo real y tomar la pastilla roja es que algo te recuerda la existencia del sexo opuesto.
Profesionales brillantes
Todos los que pasan por la fase larval, cuando salen de ella lo hacen transmutados en programadores brillantes. Conozco a muchos programadores competentes que no han pasado por la fase larval, pero ninguno verdaderamente brillante (en plan Gandalf del código) que no haya sufrido esa experiencia.
Es cierto que has perdido unos 18 meses de tu vida normal, pero has resuelto tu porvenir de un plumazo. Tómatelo como un retiro espiritual, alejado del mundanal ruido, necesario para realizar tu verdadero potencial.
Así que si tu hijo encaja en la descripción de Weizenbaum, no te preocupes, ¡se le pasará!