Recientemente la paciencia del pueblo chino parece haberse agotado. Han empezado una serie de protestas en todo el país que representan el mayor desafío al poder del partido comunista desde hace décadas.
No piden solo el fin de la política de covid cero y las absurdas limitaciones que aún sufren los ciudadanos, cuando el resto del mundo ya vuelve a la normalidad. Piden abiertamente democracia y la desaparición del presidente Xi.
La foto del puente
Un ciudadano (conocido como hombre del puente) encendió la mecha al poner una pancarta en un puente pidiendo a los demás que fuesen a la «huelga en las escuelas y trabajo, eliminemos al dictador y traidor Xi Jinping». Esa foto rápidamente se hizo viral en Shanghai.
Ahora bien, ¿cómo puede algo así hacerse viral en China? Con el control férreo que tiene el partido comunista de todas las comunicaciones online, parece poco menos que un milagro.
AirDrop al rescate
AirDrop es un mecanismo de comunicación totalmente distribuido y de usuario a usuario (peer to peer, que se dice) y ese fue el mecanismo usado para distribuir información en Hong Kong durante las protestas contra el gobierno chino. Ahora lo ha vuelto a ser y esa foto fue compartida de forma masiva dentro del metro de Shanghai mediante AirDrop.
Apple al rescate… del gobierno chino
El mecanismo para compartir ficheros es dejar abierta la posibilidad de recibir AirDrops de cualquiera, tal y como indica la imagen.
Esto ha cambiado con el lanzamiento de la nueva versión de iOS 16.1.1 para todos los usuarios a nivel mundial. Según Apple, la actualización contiene «actualizaciones de seguridad recomendadas para todos los usuarios».
Sin embargo, no todos los usuarios son iguales o tienen las mismas necesidades. La pantalla anterior es ahora distinta para los usuarios en China:
¿Por qué Apple habrá sacado esta actualización a toda prisa y específica para sus usuarios en China?
No es la primera vez que Apple perjudica a sus usuarios para favorecer al gobierno chino. Ya en su momento eliminó una app de la App Store que estaban usando los ciudadanos de Hong Kong para seguir la pista a los antidisturbios.
Es cierto que una empresa no puede ser responsable de defender la libertad de expresión o la democracia; no es su trabajo. También es cierto que una empresa que dedica tanto tiempo y dinero a venderse a sí misma como paladín de la defensa de los derechos y la privacidad de los usuarios debería, al menos, hacer un leve paripé en casos como estos.
Tu ordenador no es tuyo
El problema real de fondo es otro. Una vez más, vemos que esos dispositivos tan sumamente caros, no te pertenecen. No tienes control real sobre tu ordenador o tu móvil. El control lo tiene el fabricante y aquellos que tienen poder sobre él.
Tú solo pagas y proporcionas datos.
Darse cuenta de esto es especialmente duro para mí, porque implica darle la razón a alguien que me cae mal (por marrano): Richard M Stallman. RMS en su momento dijo que si Apple llegaba a tener un dominio del mercado, viviríamos una «Edad de las Tinieblas» de la informática.
Apple no tiene ningún tipo de dominio del mercado, pero su modelo de negocio sí. El jardín vallado, el control absoluto sobre el software que se puede ejecutar sobre la plataforma, el usuario reducido a un periférico… Todo ello son características de cómo hoy Apple, Microsoft o Google hacen negocio.
La comunidad open source lucha la guerra del siglo XX
… mientras ignora la del siglo XXI.
La salida para este problema en el caso de los ordenadores de sobremesa es facilísima: Linux. Yo mismo escribo esto desde Fedora 37, más feliz que una perdiz.
Sin embargo, ese es un mercado secundario hoy en día; lo que de verdad importa es el mercado móvil y ahí no parece haber opciones. Puedes elegir quién será tu amo, pero no parece haber ninguna posibilidad de escape. Opciones como el PinePhone son solo para los ultrafrikis y la falta de apps comunes hacen su uso poco viable.
Es indispensable que la comunidad open source centre todo su esfuerzo en este frente, a no ser que quiera seguir ganando batallas irrelevantes a la vez que se pierde la guerra.