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Toggle¡Repo Man viene a por tu móvil!
Una peli de culto de los años 80 es Repo Man (El recuperador). El nombre es una abreviación de repossession man y es algo común en EEUU, pero que en el resto del mundo requiere cierta explicación.
En EEUU, ciertos créditos al consumo vienen con una cláusula peculiar: si te atrasas en tus pagos, la empresa que te ha prestado el dinero puede reposeer lo que has comprado. El caso más habitual son los coches. Si dejas de pagar, envían a un Repo Man que se encarga, literalmente, de robarte el coche de forma legal.
Esto que parece algo estrambótico y un poco del lejano oeste es en realidad un negocio boyante. En EEUU, al haber muy poco transporte público, es indispensable tener un coche. Hay empresas que se especializan en vender coches baratos a gente que, en el fondo, no lo puede pagar. Así, cuando dejan de pagar, se recupera y se le vende a otro. El promedio en esos casos es de 50 ventas de un mismo coche, cuyo valor en el mercado en el fondo es ínfimo.
Esto a un europeo le debe de sonar a una barbarie propia de la tierra de Trump, pero no olvidemos que una de las principales empresas americanas dedicadas a eso es propiedad de un gran banco español.
Posteriormente, se hizo un remake de la peli de los 80, en el que no se reposeían coches, sino ¡órganos artificiales a aquellos trasplantados que habían dejado de pagar!
No hemos llegado a eso, pero ya debes de estar preguntándote: ¿qué tiene esto que ver con la tecnología?
¿Has dejado de pagar tu móvil?
Efectivamente, ya hay innumerables empresas de crédito que financian la compra de un móvil de esa manera, pero con un Repo Man tecnológico. En mercados emergentes, como LATAM o la India, es común que muchos usuarios tengan que dedicar el presupuesto de dos meses para pagarse un móvil, así que la venta financiada es algo esencial.
La novedad está en que dichos móviles vienen con una app preinstalada y muy difícil de eliminar para un usuario novel. Dicha app se encarga de asegurar el pago.
Datacultr
Veamos el caso de la empresa Datacultr. Su app viene preinstalada en muchos móviles en la India y, tras unos meses de uso, tendrá un perfil del uso que hace el comprador. De este modo, por tanto, sabe mejor cómo y dónde apretar en caso de impago o atraso.
Por ejemplo, si es aficionado a las selfies, se le recordará que está atrasado en sus pagos al abrir la cámara y, si insiste, se meterá un marca de agua en las fotos, etc. A medida que se prolonga el atraso, las funcionalidades del móvil se irán limitando hasta quedar bloqueado del todo, como en la imagen de abajo.
Naturalmente, no defiendo al moroso. Ya que estamos, tampoco puedo defender al programador chapucero que ha creado esa pantalla: corta el texto del aviso con una caja de input e impide ver las instrucciones completas de pago (sic!).
El Juramento de Crockford
Una vez más, vemos software que se usa para fines cuestionables. Muchos otros gremios profesionales tienen un código deontológico que aporta directrices éticas y un compás que indica aquello que se debe y aquello que no se debe hacer.
Los médicos, que son muy conscientes de que un tío con un bisturí puede joderte la vida, lo tienen. Además tienen el juramento hipocrático, que todo médico ha de hacer si quiere graduarse.
Si alguien con un bisturí es peligroso, un tío con camiseta friki y un teclado lo es muchísimo más. Por eso es indispensable que tengamos nuestro propio código deontológico e, incluso, nuestro juramento.
Lo basaría en la famosa licencia de JSON que creó Douglas Crockford:
The Software shall be used for Good, not Evil.
Amén, amigo Douglas.