Evolución, caída y resurgir de la programación [Parte I]
Marcela López | Última modificación: 31 de octubre de 2024 | Tiempo de Lectura: 3 minutos
Algunos de nuestros reconocimientos:
Desde mi llegada, 1.01 x 10-12 eones atrás, he pasado el suficiente tiempo en tu planeta como para saber que los agentes de mi gobierno no me encontrarán. Sé que han vuelto a Hakate, de donde provengo. ¿Pero por qué me buscaban? Es más, ¿quién soy y a qué he venido?
Mi planeta se encuentra en… hum, no hay teclado ni tipografía en todo internet para poder recrear mi escritura. Bueno, los humanos la llamáis Galaxia de Bode, a unos 12 millones de años luz de la Tierra. No creas que, pese a la distancia, nuestros planetas son tan distintos. Incluso a uno de nuestros planetas vecinos lo llamamos algo como Roca y Agua por el parecido con el vuestro. En los últimos años, ese lugar al que siempre llamé hogar no era nada parecido a lo que siempre fue. Ahora es un lugar devastado y estéril. Puede sanar, pero llevará tanto tiempo que yo no volveré a verlo. Para que te hagas una idea de cómo era mi planeta, piensa en Tokio y Las Vegas unidos. Luces, tráfico y consumo. Mucho consumo. De ese lugar nace mi historia sin retorno.
La amenaza de la sobrepoblación: la guerra.
Nuestra población crecía y crecía sin percibir el verdadero problema que ello crearía. Al principio sólo había desigualdad, pobreza y odio. Pero después la población creció de forma descontrolada hasta que los recursos del planeta comenzaron a menguar. El comienzo de la falta de recursos creó distanciamiento entre los que tenían y los que no. La hostilidad dejó de ser una sombra para ser la única luz visible diariamente. Hasta que llegó lo inevitable. Llegó la guerra, conocida como La Gran Pena.
No fue una batalla por el control de los bienes, fue una batalla por la supervivencia. Imagina una ciudad donde apenas queda espacio físico. Donde no hay suficientes techos donde resguardarse. Ni alimento. Los hakatees nos sumimos en una anarquía global. Una aproximación de un refrán hakatee sería: «Afortunado es – el hakate – que no sabe qué – es capaz de hacer – por no pasar hambre». Nuestros miles de años de desarrollo no nos habían servido para paliar esta situación. Más de la mitad de la población sucumbió a la muerte y sus cuerpos inertes fueron utilizados como biocombustible (nuestra forma de vida está basada en carbono, silicio y adabanium). Después de aquello, nuestro planeta no ha vuelto a ser el mismo.
Después de la tormenta, no llega la calma.
Después de una profunda crisis económica, social y moral, el planeta se sacudió y de ahí nació la obsesión por el control absoluto. El Gobierno de Bgnark, que abogaba por gobernar las vidas de sus habitantes por completo, creció en adeptos de forma exponencial, consiguiendo instaurarse de forma global (a diferencia de tu planeta, en el mío no hay fronteras ni países).
Una de las primeras medidas tomadas fue la de requisar todo nuestro desarrollo tecnológico, pues decretaron que la tecnología nos ofrecía demasiada libertad y capacidad de decisión. Sería mucho más fácil para el Gobierno controlarnos si sólo ellos disponían de las herramientas. Esta ideologia de control recibió el nombre de Haraká, y era impartida en las escuelas, academias y universidades como la guía de pensamiento único. Con el tiempo fueron naciendo adeptos involuntarios, que seguían sus normas porque no conocían otra cosa. Hakate carecía de espontáneidad, de creatividad, de libertad. Pero unos pocos nos resistimos. Y fue cuando se desató otra rebelión.
FIN DE LA PARTE I.
Si quieres saber cómo continúa mi historia puedes leer la segunda parte en este enlace, puedes seguirme y escribirme en Facebook. Hablaremos de lo que quieras. ¿Dónde más puedes encontrarme? Puede que me pase por alguno de los cursos presenciales que se imparten en los Coding Bootcamps de KeepCoding.
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